Cuando leemos
estas palabras nos resulta justo este asunto de perdonar a otros como Cristo
nos ha perdonado, pero la realidad es que no es hasta el momento en donde nos
encontremos de frente a la situación, que comprendemos el significado que
encierra en sí el perdón. Muchas personas a lo largo de tiempo se han rehusado
a pedir perdón cuando han cometido una falta, a perdonar a otros y hasta
incluso a perdonarse a sí mismos. Estas personas viven con rencores y culpas en
su corazón y no serán libres hasta que tomen la decisión dar paso al perdón en
su vida.
Cuando Cristo vino
a la tierra, vino con el propósito de salvar a la humanidad. El perdón siempre
fue parte de Su plan, Él en realidad deseaba desde lo más profundo de Su
corazón perdonarnos. Es por eso que no escatimo el ser igual a Dios y vino a
morir para que su sangre nos limpiara del pecado que nos condenaba (Filipenses
2:6-8). Todos nos encontrábamos condenados en nuestros pecados y gracias a su
sacrificio, podemos decir que hemos sido perdonados. Su perdón es total, dice la Biblia que al
venir a Cristo y confesar nuestros pecados, Él nos perdona y nunca más se
vuelve a acordar de ellos (Jeremías 31:34).
A muchas personas
se les hace difícil perdonar a quien le ha causado algún agravio ya que
desconocen esta verdad acerca del perdón de Dios. Sólo una persona que ha
venido a los pies de Cristo y ha experimentado el perdón transformador de Dios,
comprenderá que no existe nadie, absolutamente nadie en la tierra que tenga más
que perdonar que lo que Dios nos ha perdonado y aún sigue perdonando. Dios nos ha llamado a ser misericordiosos y a
perdonarnos los unos a los otros. Nuestro deber es perdonar a quienes nos han
lastimado teniendo en mente que esa es la voluntad de Dios, no importando si
esa persona muestra o no arrepentimiento. Puede llegar a ser muy duro perdonar
a alguien que nos ha arrebatado algo que amábamos, quizás que haya jugado con
nuestras emociones y hasta que nos haya abandonado cuando más los
necesitábamos. Pero precisamente de eso se trata, de perdonar aun cuando nos
duela, porque Dios es el que pone en nosotros un corazón capaz de perdonar...un
corazón diferente, un corazón conforme al de Dios.
Si en este momento
estás viviendo una situación en donde piensas que no existe perdón para lo que
esa persona te hizo, te exhorto que vayas delante de Dios en oración y
presentes todo tu dolor al Él. Pídele que ponga en tu corazón el perdón para
esa persona. Verás como serás libre de ese rencor que pretende llenar tu
corazón de odio y amargura; experimentarás la bendición de perdonar a otros
como Dios te ha perdonado.
Por: Ormari Troche
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