viernes, 24 de agosto de 2012

La bendición de poder bendecir a otros

     Normalmente, en la universidad en que estudio, la vida es bastante ajetreada, todo el mundo camina a toda prisa y es muy difícil que coincidamos con regularidad con muchos de nuestros amigos, por lo que es muy normal sentirse solo. En ocasiones, cuando comenzamos una nueva etapa en nuestras vidas, es común que nos sintamos abrumados por el peso que conlleva dar los primeros pasos. Muy bien podría tratarse de un nuevo empleo, el comienzo de la vida universitaria o ese tiempo en que nos encontramos integrándonos  a la sociedad como profesionales. Muchos, si no es que todos, desearíamos tener alguien a nuestro lado además de Dios, alguien quien nos de la mano en esos momentos cruciales de nuestra vida. Al pensar en esto, también viene a mi mente todas las veces en que he recibido ayuda de las personas que menos espero en el momento en que más lo necesito, personas que se dejan utilizar por Dios como instrumentos en Sus manos, para bendecir a otros.  

     Con el tiempo he aprendido que es bueno ser bendecidos por otros, pero mucho más hermoso, poder bendecir a otros, tener la oportunidad de dar por gracia lo que por gracia hemos recibido.  A veces, cuando algunas personas escuchan la frase “bendecir a otros” piensan que eso necesariamente se trata de ayudar económicamente a alguien, no obstante, esa podría ser una de las formas en que podemos bendecir a otras personas, pero también debemos mencionar que existen mil y una formas de ayudar a alguien que está en necesidad. Son muchos los escenarios que se prestan para poder ayudar a alguien que está afrontando momentos difíciles. La pérdida de algún ser querido podría ser un buen momento para mostrar a Cristo a quien está pasando por una situación como esa,  hacerle compañía a alguna persona de edad avanzada, sacar un tiempo para visitar a un enfermo o simplemente ofrecer oración a quien la necesita, son algunas de las formas en que podemos reflejar el amor de Dios a los que nos rodean.   
     Como cristianos, es de suma importancia que reflejemos el amor y la compasión de Jesús, tal y como El los mostró por su paso aquí en la tierra. Jesús sanó enfermos, consoló a los atribulados, compartió con gente la, cual en estos tiempos, serían consideradas indignas por sus pecados, pero indiscutiblemente, su mayor muestra de amor quedo plasmada en la historia de la humanidad al morir en la cruz del calvario por nosotros. Así que, procuremos compartir con los que están a nuestro alrededor ese amor que ha puesto Dios en nuestros corazones, para que nuestros hermanos en la fe puedan sentir Su amor a través de nosotros, y aquellos que aún no le conocen puedan verle reflejado en nuestras vidas.
Por: Ormari Troche

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