viernes, 16 de marzo de 2012

Porque bueno no es suficiente


     Es común escuchar a la gente decir por ahí  "yo no le hago mal a nadie, ni siquiera fumo, ni bebo. Yo soy bueno". Recuerdo una ocasión en donde un grupo de jóvenes salimos a evangelizar por las casas y tocamos a la puerta de un hombre que muy amablemente nos recibió. Al comenzar a explicarle el motivo de nuestra visita nos respondió que él era un hombre "bueno" a lo cual tratamos de explicarle que no se trata de ser solamente bueno, sino que todos necesitamos del perdón de Dios. Aún así, el hombre insistía en sentirse bien, pues a pesar de nunca haber aceptado a Cristo, ni congregarse en ninguna iglesia pensaba que el ser un buen hombre lo era todo. Tristemente ese día no pudimos convencerlo de su necesidad del Cristo, de todas formas, sé que la palabra que compartimos con él aquel día quedó en su corazón perpetuamente y espero que al día de hoy, cinco años después, haya rendido fruto.


     Ese suceso me hizo pensar cuántas personas viven del modo que éste hombre vivía. Cuántos viven engañados por sí mismos, creyendo que por ser personas de bien en la sociedad es suficiente. Es lamentable, porque viven genuinamente equivocados, el enemigo ha puesto en sus ojos unas vendas que les impiden ver más allá. Dios está deseoso de darles la salvación, llenarlos de sus bendiciones y guiarlos en su perfecto plan para ellos, pero esto no es posible, porque ellos se niegan a reconocer su necesidad del perdón y la misericordia de Dios. Cristo murió para libertarlos de las cadenas que los atan, pero ellos prefieren ignorar eso. Calman sus conciencias pensando en que sus buenas obras son más que suficientes (Efesios 2:8-9). En el fondo muchas de estas personas desean agradar a Dios, pero a su manera.

     Dice la Biblia que por medio de la fe que somos salvos y hechos hijos de Dios y que sin ella es imposible agradarlo. Dios espera más de nosotros, Él no pretende que seamos perfectos, sino que reconozcamos que necesitamos de su intervención en nuestras vidas, de los demás Él se encargará. Poco a poco Él nos revelará qué áreas de nuestra vida necesitan ajustes y moldeará nuestro carácter; eventualmente seremos más que buenos porque seremos hechos a la imagen de Cristo, pero esto no ocurrirá hasta que reconozcan a Cristo como su salvador.

Por: Ormari Troche

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