Es común escuchar a
la gente decir por ahí "yo no le
hago mal a nadie, ni siquiera fumo, ni bebo. Yo soy bueno". Recuerdo una
ocasión en donde un grupo de jóvenes salimos a evangelizar por las casas y
tocamos a la puerta de un hombre que muy amablemente nos recibió. Al comenzar a
explicarle el motivo de nuestra visita nos respondió que él era un hombre
"bueno" a lo cual tratamos de explicarle que no se trata de ser
solamente bueno, sino que todos necesitamos del perdón de Dios. Aún así, el
hombre insistía en sentirse bien, pues a pesar de nunca haber aceptado a
Cristo, ni congregarse en ninguna iglesia pensaba que el ser un buen hombre lo
era todo. Tristemente ese día no pudimos convencerlo de su necesidad del
Cristo, de todas formas, sé que la palabra que compartimos con él aquel día
quedó en su corazón perpetuamente y espero que al día de hoy, cinco años
después, haya rendido fruto.
Ese suceso me hizo
pensar cuántas personas viven del modo que éste hombre vivía. Cuántos viven
engañados por sí mismos, creyendo que por ser personas de bien en la sociedad
es suficiente. Es lamentable, porque viven genuinamente equivocados, el enemigo
ha puesto en sus ojos unas vendas que les impiden ver más allá. Dios está
deseoso de darles la salvación, llenarlos de sus bendiciones y guiarlos en su
perfecto plan para ellos, pero esto no es posible, porque ellos se niegan a
reconocer su necesidad del perdón y la misericordia de Dios. Cristo murió para
libertarlos de las cadenas que los atan, pero ellos prefieren ignorar eso.
Calman sus conciencias pensando en que sus buenas obras son más que suficientes
(Efesios 2:8-9). En el fondo muchas de estas personas desean agradar a Dios, pero
a su manera.
Dice la Biblia que
por medio de la fe que somos salvos y hechos hijos de Dios y que sin ella es
imposible agradarlo. Dios espera más de nosotros, Él no pretende que seamos
perfectos, sino que reconozcamos que necesitamos de su intervención en nuestras
vidas, de los demás Él se encargará. Poco a poco Él nos revelará qué áreas de nuestra
vida necesitan ajustes y moldeará nuestro carácter; eventualmente seremos más
que buenos porque seremos hechos a la imagen de Cristo, pero esto no ocurrirá
hasta que reconozcan a Cristo como su salvador.
Por: Ormari Troche
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