La vida es un
momentito en la eternidad, fuimos tomados del polvo y al polvo volveremos
(Génesis 3:19). Ninguno sabe cuándo moriremos y tendremos que presentarnos
delante de Dios para rendir cuentas por nuestras acciones en la tierra. Dios
puso eternidad en el corazón del ser humano (Eclesiastés 3:11) , por lo tanto,
a pesar del hecho de que algún día todos moriremos, no significa que nuestra
alma acabará igualmente, sino que como dice la Biblia, dependiendo de cuáles
hayan sido nuestras obras será nuestra recompensa (Mateo 16:27). En otras
palabras iremos a pasar una eternidad con Dios o seremos echados al infierno,
todo dependerá de lo que hayamos hecho con nuestras vidas.
El tema de
cielo o infierno siempre ha sido uno de los más temidos y hasta cierto punto
evitado, ya que para muchos es duro el ser confrontado con la realidad. Es por
eso que es de gran importancia que hagamos un alto en nuestras vidas y
analicemos cómo es nuestro caminar. Lamentablemente muchas personas andan por
la vida como si nunca tuviesen que dar cuentas de sus actos; como dice una
reconocida canción "Se les olvida que son polvo y que pagaran los platos
rotos que cayeron se sus manos que no usaron la prudencia..."
Es necesario
que nos preguntemos si nuestras acciones son agradables delante de Dios.
Tenemos que preguntarnos si Dios frecuentaría los lugares a los cuales visitamos,
si las palabras que salen de nuestra boca, saldrían de las de Dios. ¿Podría
Dios revisar el historial de nuestra computadora, nuestros mensajes de texto y
escuchar todas nuestras conversaciones? Muchas veces olvidamos que Dios sabe
absolutamente TODO acerca de nosotros, pero al hacernos estas preguntas,
nuestra mente quizás pueda reflexionar acerca del rumbo que llevamos. Es vital
que cada uno permitamos que Dios examine nuestro corazón (Salmos 139:23-24) y
dejemos que Él nos limpie de toda maldad y nos muestre el camino correcto
(Salmos 32:8).
Es nuestro
deber estar como las vírgenes, con aceite en nuestras lámparas para cuando
venga el Señor, porque nadie sabe cuándo moriremos o nuestro Señor venga a
buscar a su iglesia (Mateo 25:13/ 24:36). Procuremos que cuando llegue ese
momento estemos preparados para recibirlo con una sonrisa y la esperanza de
pasar toda una eternidad con El.
Por: Ormari Troche
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