Nos gusta
tener todo bajo control, pensamos que nuestros planes son los mejores, y
creemos que nadie puede querer algo mejor para nuestras vidas que nosotros
mismos y si alguna circunstancia o persona interfiere con ellos nos enojamos.
Hemos estudiado todos los ángulos y llegamos a la conclusión de que "tal
cosa" es lo mejor para nosotros e inmediatamente comenzamos a trabajar por
eso. Llenamos nuestra mente de planes y pensamos que como servimos al Señor y
nuestros planes no caen en la categoría de "pecado" podemos seguir
hacia adelante sin consultar a Dios antes de dar el primer paso.
La situación
estriba en que cuando conocimos a Dios y le entregamos nuestro corazón, junto
con el entregamos nuestras decisiones, talentos, sueños y sí, junto con ellos
nuestros planes. Y no siempre nuestros planes son los que Dios ha planificado
para nosotros; dice la Biblia: "Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos
los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y
mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Isaías 55:8-9). Se nos
olvida que Dios sabe nuestro pasado, ve nuestro presente y conoce nuestro
futuro. El ve todo el panorama, mientras que nosotros sólo alcanzamos a ver un
ángulo.
Resulta ser
muy difícil descubrir que nuestros planes no son los de Dios y que tenemos que
confiar. Innegablemente los planes que hacemos nos proporcionan una seguridad
emocional acerca de nuestro futuro, pero cuando descubrimos que Dios tiene
otros planes nos escandalizamos. Nos cuesta comprender porque Dios no mejor nos
respalda en vez de llevarnos por otro camino. Lloramos y pataleteamos porque
las cosas no resultaron como esperábamos y hasta en ciertas ocasiones nos
desanimamos. Comenzamos a sentirnos perdidos y hasta desprotegidos; pero es en
ese momento que debemos de poner nuestra confianza en el Señor y descansar en
que Él tiene el control de nuestro presente, futuro y creer que todo obrará
para bien.
Con el pasar
del tiempo, he visto que cuando Dios me cierra una puerta o cambia mis planes
SIEMPRE me da algo mucho mejor y hasta en ocasiones me libra de situaciones que
jamás había contemplado. Simplemente Dios todo lo sabe, nada se le escapa, dice
en Mateo 7:11 "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas
cosas a los que le pidan?" Así que debemos de confiar en que si Dios no
permite que nuestros planes se cumplan es porque algo mucho mejor tiene en
mente para nosotros. Él es un padre amoroso que lo único que tiene en mente es
nuestro bienestar (Jeremías 29:11). Así que porqué mejor en vez de preguntarle
a Dios "Porqué" no le preguntamos “¿A dónde quieres llevarme? ¿Que
quieres que haga?" De esa forma comenzaremos a ver grandes bendiciones
sobre nuestras vidas y andaremos en la perfecta voluntad de Dios.
Por: Ormari Troche
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