Normalmente, en la universidad en
que estudio, la vida es bastante ajetreada, todo el mundo camina a toda prisa y
es muy difícil que coincidamos con regularidad con muchos de nuestros amigos,
por lo que es muy normal sentirse solo. En ocasiones, cuando comenzamos una
nueva etapa en nuestras vidas, es común que nos sintamos abrumados por el peso
que conlleva dar los primeros pasos. Muy bien podría tratarse de un nuevo
empleo, el comienzo de la vida universitaria o ese tiempo en que nos
encontramos integrándonos a la sociedad
como profesionales. Muchos, si no es que todos, desearíamos tener alguien a
nuestro lado además de Dios, alguien quien nos de la mano en esos momentos
cruciales de nuestra vida. Al pensar en esto, también viene a mi mente todas
las veces en que he recibido ayuda de las personas que menos espero en el
momento en que más lo necesito, personas que se dejan utilizar por Dios como
instrumentos en Sus manos, para bendecir a otros.